viernes, 17 de septiembre de 2010

Después de todo...

...esto fue lo que ocurrió.


Y después de todo se dio cuenta que estaba allí por alguna razón, no podía ser solo una coincidencia, todo en este mundo tiene una explicación.
Después de pensarlo bien se dio cuenta de que ella misma había sido la que se llevo hasta esa situación. 
Después de todo se dio cuenta de que ella quería estar allí. 
Después de todo supo que era por él. 
Después de todo supo que lo amaba. 
Después de todo quiso estar con él. 
Después de todo consiguió estar con él.




Se enfrento a las idas y venidas de esta vida, no se dejo vencer. Ahora es un mujer que tiene el poder de conseguir lo que se propone. No es cuestión de suerte, es saber enfrentarse a la vida, luchar e insistir. Ella no cree en Dios, su dios el ella misma y vive en una ciudad creada y gobernada por ella misma, sin nadie que la ordene sentir hacer o pensar.





 Ahora es una persona totalmente feliz.

jueves, 16 de septiembre de 2010

soñó que estaba preso
















Aquel preso soñó que estaba preso. Con matices, claro, con diferencias. Por ejemplo, en la pared del sueño había un afiche de París; en la pared real sólo había una oscura mancha de humedad. En el piso del sueño corría una lagartija; desde el suelo verdadero lo miraba una rata.


El preso soñó que estaba preso. Alquien le daba masajes en la espalda y él empezaba a sentirse mejor. No podía ver quién era, pero estaba seguro de que se trataba de su madre, que en eso era una experta. Por el amplio ventanal entraba el sol mañanero y él lo recibía como una señal de libertad. Cuando abrió los ojos, no había sol. El ventanuco con barrotes (tres palmas por dos) daba a un pozo de aire, a otro muro de sombra.

El preso soñó que estaba preso. Que tenía sed y bebía abundante agua helada. Y el agua le brotaba de inmediato por los ojos en forma de llanto. Tenía conciencia de por qué lloraba, pero no se lo confesaba ni siquiera a sí mismo. Se miraba las manos ociosas, las que antes construyeron torsos, rostros de yeso, piernas, cuerpos enlazados, mujeres de mármol. Cuando despertó, los ojos estaban secos, las manos sucias, las bisagras oxidadas, el pulso galopante, los bronquios sin aire, el techo con goteras.
A esa altura, el preso decidió que era mejor soñar que estaba preso. Cerró los ojos y se vio con un retrato de Milagros entre las manos. Pero él no se conformaba con la foto. Quería a Milagros en persona, y ella compareció, con una amplia sonrisa y un camisón celeste. Se arrimó para que él se lo quitara y él, no faltaba más, se lo quitó. La desnudez de Milagros era por supuesto milagrosa y él la fue recorriendo con toda su memoria, con todo su disfrute. No quería despertarse, pero se despertó, unos segundos antes del orgasmo onírico y virtual. Y no había nadie. Ni foto ni Milagros ni camisón celeste. Admitió que la soledad podía ser insoportable.
El preso soñó que estaba preso. Su madre había cesado los masajes, entre otras cosas porque hacia años que había muerto. A él le invadió la nostalgia de su mirada, de su canto, de su regazo, de sus caricias, de sus reproches, de sus perdones. Se abrazó a sí mismo, pero así no valía. Milagros le hacía adiós, desde muy lejos. A él le pareció que desde un cementerio. Pero no podía ser. Era desde un parque. Pero en la celda no había parque, de modo que, aun dentro del sueño, tuvo conciencia de que era eso: un sueño. Alzó su brazo para también el brindar su adiós. Pero su mano era sólo un puño, y, como es sabido, los puños no han aprendido a decir adiós.
Cuando abrió los ojos, el camastro de siempre le trasmitió un frío impertinente. Tembloroso, entumecido, trató de calentar sus manos con el aliento. Pero no se podía respirar. Allá, en el rincón, la rata lo seguía mirando, tan congelada como él. Él movió una mano y la rata adelantó una pata. Eran viejos conocidos. A veces él le arrojaba un trozo de su horrible, despreciable menú. La rata era agradecida.
Así y todo, el preso echó de menos a la verde, agilísima lagartija de sus sueños y se durmió para recuperarla. Se encontró con que la lagartija había perdido la cola. Un sueño así, ya no valía la pena de ser soñado. Y sin embargo. Sin embargo empezó a contar con los dedos los años que le faltaban. Uno dos tres cuatro y despertó. En total eran seis y había cumplido tres. Los contó de nuevo, pero ahora con los dedos despiertos.
No tenía radio ni reloj ni libros ni lápiz ni cuaderno. A veces cantaba bajito para llenar precariamente el vacío. Pero cada vez recordaba menos canciones. De niño tamién había aprendido algunas oraciones que le habia enseñado la abuela. Pero ahora a quién le iba a rezar? Se sentía estafado por Dios, pero tampoco él quería estafar a Dios.
El preso soñó que estaba preso y que llegaba Dios y le confesaba que se sentía cansado, que padecía insomnio y que eso lo agotaba, y que a veces, cuando por fin lograba conciliar el sueño, tenía pesadillas, en la que Jesús le pedía auxilio desde la cruz, pero Èl estaba encaprichado y no se lo daba.
Lo peor de todo, le decía Dios, es que Yo no tengo Dios a quien encomendarme. Soy como un Huérfano con mayúscula. El preso sintió lástima por ese Dios tan solo y abandonado. Entendió que, en todo caso, la enfermedad de Dios era la soledad, ya que su fama de supremo, inmarcesible y perpetuo espantaba a los santos, tanto a los titulares como a los suplentes. Cuando despertó y recordó que era ateo, se le acabó la lástima hacia Dios, más bien sintió lástima de sí mismo, que se hallaba enclaustado, solitario, sumido en la mugre y en el tedio.
Después de incontables sueõos y vigilias, llegó una tarde en que dormía y fue sacudido sin la brusquedad habitual, y un guardia le dijo que se levantara porque le habían concedido la libertad. El preso sólo se convenció de que no soñaba cuando sintió el frío del camastro y verificó la presencia eterna de la rata. La saludó con pena y luego se fue con el guardia para que le diera la ropa, algún dinero, el reloj, un bolígrafo, una cartera de cuero, lo poco que le habían quitado cuando fue encarcelado.
A la salida no lo esperaba nadie. Empezó a caminar. Caminó como dos dias, durmiendo al borde del camino o entre los árboles. En un bar de suburbio comió dos sandwiches y tomó una cerveza en la que reconoció un sabor antiguo. Cuando por fin llegó a casa de su hermana, ella casi se desmayó por la sorpresa. Estuvieron abrazados como diez minutos. Después de llorar un rato ella le preguntó qué pensaba hacer. Por ahora, una ducha y dormir, estoy francamente reventado. Después de la ducha, ella lo llevó hasta un altillo, donde había una cama. No un camastro inmundo, sino una cama limpia, blanda y decente. Durmió más de doce horas de un tirón. Curiosamente, durante ese largo descanso, el ex preso soñó que estaba preso. Con lagartija y todo.

martes, 7 de septiembre de 2010

1954 SABRINA

Ayer fue una de esas tardes en las que no había nada que hacer. Así que decidí ver una de aquellas películas tan entrañables como eran las películas de los años 50. Donde las mujeres vestían eso vestidos tan maravillosos con esos vuelos y esos cortes, donde los hombres te abrían la puerta y las cosas eran mucho mas sencillas, donde el amor se miraba desde otra perspectiva.
entre todas esas películas decidí ver una de Audry Hepburn, "Sabrina", es una película de la que hicieron una nueva versión a mediados de los 80. Desde mi punto de vista es muchísimo mejor la original.
la película trata de una joven hija de un cochero que trabaja en una familia muy rica y muy importante de nueva york, ella esta perdidamente enamorada del hijo menor, pero el no tiene idea de que existe, ella lo observa encaramada en la copa de un árbol, viendo como es a otras a las que lleva a escondidas a un lugar distante de las fiestas. El padre decide mandar a su hija a París, para ver si a si se olvida de el. Casi lo logra, porque al regresar después de estar dos años en la ciudad del amor viene cambiada, convertida en una nueva mujer; moderna, hermosa, diferente.
el joven del que estaba tan enamorada empieza a hacerle caso y dice que el esta enamorado de ella que le da igual todo, que se quiere fugar con ella. Pero el hermano mayor no lo puede permitir, ya que de esa forma destruiría un importantisimo negocio que tiene en marcha con la familia de la prometida oficial del otro.
El hermano para deshacerse de Sabrina hace que se enamore de el para que suba en un barco rumbo a París. Lo consigue, pero el termina montándose en el barco con ella, por que descubre que esta enamorado y no la puede dejar escapar.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Angelitos


Inocentes...sonrientes…lindos…tiernos…son los únicos angelitos que están en esta tierra…no hay maldad en sus cabecitas…todo lo ven hermoso…no hay tiempo para ellos, o tal vez esta como parado, y simplemente quieren ser felices…
Estoy hablando de los niños…y a lo que voy es la maravillosa etapa de la “infancia” 

Esa que cuando la recordamos, solo pensamos en esas tardes de juegos, en las cuales cualquier cosa era divertida, podíamos pasar horas de horas jugando con cosas que ahora son “insignificantes” pero que en ese momento eran un mundo, el universo y mucho más, siempre recuerdo cuando a veces iba al parque y veía niños jugando y de la nada, se convertían en mis mejores amigos, y no necesitaba palabras simplemente por ser niños jugaban todos felices, luego me iba y los olvidaba, no sufría porque ni siquiera los recordaba.
Uno no tenia preocupaciones, solo quería divertirse, disfrutar del día, sonreír…

En las cabecitas de los niños jamás hay problemas, deudas, notas, dinero y tantas tonterías.
Hubo en tiempo en que me cargaban los niños, les tenia un cierto rechazo, pero solo duro un lapso de tiempo, porque luego me enamore de todos ellos, me encanta ver niños pequeños, son tan sonrientes, te saludan así como que te conocieran de siempre, sus ojos solo reflejan inocencia, además son tan graciosos, lastima que no dure para siempre la infancia…al menos se que siempre habrá algún pequeñín que te regale una linda sonrisa… :)

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Tiempo

Después de dejar a un lado mis despreocupaciones me doy cuenta de que tengo cosas de las que preocuparme, porque por mucho que uno no quiera, siempre abra algo que te ronda y de lo que debes hacer caso. El tiempo ha vuelto a ponerse en marcha y es que después de unas largas vacaciones nos acercamos de nuevo a la rutina constante de todos los años. No hace falta mas que encender la televisión y ver que todos los canales hablan de lo mismo, si amigo mio, hablan de la vuelta al trabajo y de la depresión pos-vacacional. Sabes que es lo que te digo que yo este año no la voy a sufrir, no. Eso es por que me propongo romper cada día la típica costumbre que nos envuelve hora tras hora; minuto a minuto; segundo a segundo. Yo voy hacer de cada segundo una hora y de cada hora un día. Pienso superarme a mi misma.¿ y por qué no te apuntas tu también ?
yo el año pasado me prometí algo parecido, no te voy a engañar casi lo logro, pero con ese solo "casi" todo cambio.



">


¿Te apuntas ?