jueves, 30 de marzo de 2017

Pensando

De alguna manera he de comprender que es lo que me pasa por la cabeza, y desde hace años sé que ponerme delante de un teclado, dejar que los dedos se muevan sobre él, y dejar de pensar resulta bastante revelador. Así que como en ocasiones anteriores aquí estamos. ¿Y por qué estamos aquí? Básicamente porque no sé lo que quiero, o quizás si lo sepa pero en voz alta me es difícil decirlo, o el subconsciente lo sabe pero yo aún no, o si lo sé y tengo miedo de decirlo.

Resulta que hay cierto chico, chico que es agradable, muy interesante, inteligente, gracioso, con gustos en común y que se cuela muy a menudo en mis pensamientos, demasiado a menudo, y cuando pienso en él una estúpida sonrisa se dibuja en mi cara. Todo es estresante, porque no sé si él se siente igual. Una voz sabia, que lo razona todo y que en otras ocasiones ha tenido razón pero que he tendido a silenciar porque no me la quería creer me dice que no, que solo se acuerda cuando esta aburrido y quiere compañía agradable con la que acabar liándose.

Por el otro lado esta otra voz que aún cree en el mundo, en la humanidad y la bondad, o lo que otros llaman amor, y esa voz me dice que deje de ser tan práctica, racional que simplemente me deje llevar por la situación. Una voz que quiere soltarse, expresar que quiere agarrarse a él y llegar hasta donde el aire los lleve. Porque cuando esta con él, el resto de cosas dejan de existir, y la felicidad llega, de tal manera que nubla el resto de pensamientos. Algo muy bonito, pero que ensordece a esa voz racional, que ha estado rato preparándose para preguntar, hablar, decir, soltar palabras, preguntar qué es lo que quiere la otra parte, hacia donde se dirige todo esto. Necesidad de saber, de tener conocimientos, no ir a ciegas. Pero resulta que la parte que se quiere dejar llevar no quiere afrontar una posible fractura de ese mundo tan idílico que dura unas horas, e impedir que llegue el desastre que le arrebatará futuras horas.

Y entre todo este gallinero de voces estoy yo, queriendo saber qué hacer. Queriendo todo el pack completo de una relación. Queriendo ser respetada y no arrastrase, hacerse valer, tumbar el patriarcado y todos esos principios que fuertemente y a gritos he defendido. Enfadada conmigo misma por estar perdiendo el tiempo pensando en un chico. Y odiándome por llorar sin motivo alguno todas las noches. Quien dice noches dice cualquier momento en el que me ponga a reflexionar sobre la situación. Algo que me resulta tan hipócrita de mí. Algo que no se frenar. Apenada pensando que realmente no le gustó tanto como él me gusta a mí. Porque me lo dicen mis tripas, que no hay el cariño que tendría que haber, pero la parte racional que también quiere al sujeto en cuestión me dice que no todo el mundo se expresa de la misma forma. Todo un boicot interno.

Tras releer todo esto un par de veces parece que el asunto está claro, después de algo más de dos meses se constata que quiero una relación más seria con él, pero que necesito saber cómo él se siente porque en el caso de que no signifique nada para él obviamente no voy a querer estar con alguien así. Aunque me duela perder algo que tanto me gusta y disfruto. No se pueden forzar las cosas.


Un gran riesgo, asumir quitar la cómoda y acolchada coraza que llevo conmigo desde hace tiempo, sabiendo que sin ella el golpe va a ser más fuerte. Pero en caso de que la ciada sea en los brazos del causante de tanto revuelo, bueno… Sera liberador y llenara de alegría hasta el último poro de mi piel.