lunes, 31 de mayo de 2010

Un nuevo día,

una vida para desayunar cada vez que me despierte. Una vida solo mía. Una vida que es como un saco que se va llenando hasta que no cabe más en su interior. Cuando llenas ese saco de felicidad es genial porque puedes recurrir a ese saco tantas veces hagan falta hasta que la felicidad se agote. ¿Pero qué pasa cuando el saco de tu vida está lleno de tristeza?
A veces por muy rápido que intentes vaciarlo no lo consigues. Duran más las reservas de tristeza que las de felicidad. Eso está claro.
Me he ahogado cientos de veces. Cientos de veces en un mismo saco. Cientos de veces son demasiadas veces para alguien tan joven. Quizás me ahogué porque sin saber nadar en un vaso de agua me tiré de cabeza en el mayor de los océanos.

Una vez leí que solo recordamos lo que nunca sucedió. Es cierto. Al final nos quedamos con las incertidumbres de la vida. Nos quedamos con los sueños sin completar. Con todas esas cosas que han quedado a medias. Nos quedamos sin saber si nuestro saco está lleno de felicidad o de tristeza, o de un poco de las dos cosas.

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sábado, 22 de mayo de 2010

flor de vida





Hoy como ayer, mañana como hoy
¡y siempre igual!
Un cielo gris, un horizonte eterno
y andar..., andar.


Moviéndose a compás como una estúpida
máquina, el corazón;
la torpe inteligencia del cerebro
dormida en un rincón.


El alma, que ambiciona un paraíso,
buscándole sin fe;
fatiga sin objeto, ola que rueda
ignorando por qué.


Voz que incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar;
gota de agua monótona que cae,
y cae sin cesar.


Así van deslizándose los días
unos de otros en pos,
hoy lo mismo que ayer..., y todos ellos
sin goce ni dolor.


¡Ay!, ¡a veces me acuerdo suspirando
del antiguo sufrir...
Amargo es el dolor; ¡pero siquiera
padecer es vivir!





jueves, 13 de mayo de 2010

no mas!!

Era una tarde lluviosa de abril, llevaba todo el domingo lloviendo sin cesar.  Era como aquella vez en la que Matilde apenas  tenía unos seis años y su madre la llevo de paseo por Aviles. De repente se levanto una tormenta y tuvieron que resguardarse en un café durante horas. Ella se había acurrucado en el regazo de su madre esperando a que la tormenta finalizase. 
El miedo que Matilde sentía de pequeña por los truenos provenía de las historias que contaba un compañero de clase. Este le había relatado historias sobre dioses y sobre cosas terribles que llegaban a hacer. Le había dicho que cuando se enfadaban lanzaban rayos y truenos  para castigar a la gente que no les habían contentado.
Pero Matilde esta vez no sentía miedo, no podía sentir miedo. No, porque lo sucedido estas navidades la había cambiado. Para siempre. Ya nada volvería a ser cómo lo había sido hasta ahora.


martes, 11 de mayo de 2010

AIRES NUEVOS

Sol templado de mayo un día entre la oscuridad a la que estamos sometidos estos días. Suave, templado, suficiente para ponerte algo morena.
Aprovecho salgo y respiro aire fresco, ¿que mas se puede pedir? La verdad es que se pueden pedir mas cosas, siempre hay algo. Hoy me conformo con esto, con que el aire entre por mis pulmones. Un aire fresco y nuevo, con la esperanza flotando.